LA ÚNICA DERROTA ES NO SEGUIR LUCHANDO

INTRODUCCIÓN

La estructura social actual tiene ligada a sí misma el conflicto, y es que un sistema desigual genera conflictos sociales. Es de este modo que nos vemos inmersos en un periodo de pacificación, pero sabemos que este se puede romper con la autoorganización y la lucha de las personas sometidas por el sistema.

Este texto no pretende ser ninguna enciclopedia de lucha, si no que simplemente quiere dar una opinión, fomentando el debate y la reflexión en torno a este tema. Pretendemos plantearse como afrontar el panorama actual, como combinar teoría y práctica en una sola estrategia. Y es así que vemos la importancia de escoger las herramientas que queremos emplear cuando decidimos luchar.

Para desarrollar el tema nos detendremos a hablar sobre las herramientas de lucha y de organización que consideramos apropiadas, así como también hablaremos de algunos de los “obstáculos” que nos hemos yendo encontrando por el camino (recuperadores, medios de comunicación de masas y “apaga-fuegos”).

Por qué utilizar unas tijeras para romper una cadena de hierro?

FORMAS DE ORGANIZACIÓN

Vemos importando organizarse, pero hay que reflexionar como hacerlo sin caer en las estructuras burocratizadas de sindicatos tradicionales y partidos políticos, en esto aquello que pretendemos es no reproducir las relaciones de poder establecidas a la sociedad capitalista y estatal. También queremos evitar la organización vinculada a las instituciones, puesto que aquello al que aspiramos es a una ruptura total con estas. El Sistema únicamente acepta como interlocutores válidos a ciertas organizaciones que están explícitamente pensadas para gestionar el descontento general, es decir, se nos niega la capacidad de cambiar las condiciones actuales si no es a trabas de organizaciones que el propio poder crea.

Aceptar la participación a través de estas “organizaciones homologadas” es sinónimo de conseguir menguar nuestras capacidades decisorias, de aceptar el papel de los burócratas para administrar todos los ámbitos de nuestra vida y negar la posibilidad de efectuar cualquier ruptura con la actual forma de entender la participación y la decisión a nuestro día a día.

Así apostamos por la organización de forma autónoma. Aspiramos a no caer en el inmovilismo, dando a la acción política la importancia que le corresponde. Agrupándonos de manera horizontal, donde todas las opiniones cuentan el mismo.

En primer lugar hablaremos de las asambleas abiertas (de estudiantes, de barrio, de trabajadoras, etc.) estas se constituyen como órgano donde plantear las diferentes formas de afrontar y organizar la lucha para conseguir los objetivos que se marcan. Así, estas tienden a juntar-se en torno a problemáticas bastante concretas, creando lazos entre afectados/interesados. Dentro de esta forma de organización, sólo entendemos la delegación cuando esta no tiene margen de decisión fuera del consenso de la asamblea. Así cualquiera otro tipo de delegación supone la pérdida de autonomía, puesto que los individuos elegidos como representantes estarán siempre sometidos a presiones e intereses individuales. Igual de relevante es la autonomía dentro de la asamblea que la de esta respecto a otras organizaciones.

 Además, tenemos que tener claro que en la prisa de decisiones es importante tender hacia el consenso. Para llevarlo a cabo no se puede estar estancado en ideas fijas, y por lo tanto tenemos que ser receptivos ante aquello que se nos planteo. Vemos como muchas veces el término asamblea se emplea para denominar formas poco horizontales como los mítines o los discursos.

Dentro de las formas de organización horizontales y autónomas, encontramos también los grupos de afinidad. Las asambleas abiertas surgen, en la mayor parte de los casos, para hacer frente a una problemática concreta en un ámbito determinado entre gente que no necesariamente se conoce o tiene una complicidad política elevada, y por lo tanto tienen un carácter más abierto. Por el contrario, los grupos de afinidad, como su nombre indica, se forman a partir de individuos con un alto grado de proximidad a los planteamientos teóricos- prácticos y, además, están basados en una confianza mutua.

Estos grupos nacen ante la necesidad de compartir experiencias y análisis de sus situaciones personales y colectivas y, en consecuencia, dar una respondida frente a la dominación: atacante sistemáticamente y de la forma que mejor consideran, teniendo en cuenta únicamente sus propias limitaciones y aquellos objetivos que se plantean, sin necesidad de dar explicaciones ante nadie más que de ellos misma. La acción coordinada y descentralizada de varios de estos grupos en campañas o momentos concretos, puede llegar a superar la efectividad de algunas acciones masivas, que pueden ser inofensivas.

Hay que dejar claro que estos grupos no buscan convertirse en vanguardia de ninguna lucha, si no que debido a su autonomía, toman la dirección que el grupo cree apropiada, sin verse parados por aquellas que optan por una vía más reformista.

FORMAS DE LUCHA

Vemos necesario hacer una primera diferenciación respecto a las formas de afrontar el conflicto. Existen dos vías, aquella que necesita de intermediarios o representantes y la acción directa. Por un lado encontramos una serie de herramientas que aprovechan los canales marcados por los Estados (sindicalismo, parlamentarismo, etc.), pero vemos que si el que se pretende es luchar por un cambio social, estas herramientas están condenadas al fracaso. Por otro lado encontramos unas herramientas, por las que apostamos y que practicamos, encaminadas hacia una transformación real, pasando necesariamente por una ruptura con las instituciones y sus “juegos”. No podemos aceptar estar bajo el paraguas del Estado para enfrentarnos a este y a sus medidas. La acción directa, por lo tanto, es aquella que se realiza de manera autorganizada por parte de los interesados/afectados, y las practicas pueden ser muchas: sabotajes, boicots, ocupaciones de espacios…

Encontramos importando valorar cuáles son las situaciones a las que se enfrentamos, para escoger las herramientas que pensamos que más se adecúan a los objetivos y las fuerzas que tengamos en cada momento. En este sentido consideramos que han dos actitudes negativas con las que nos encontramos mucho a menudo: por un lado está el derrotismo de algunos que dicen haberse cansado de luchar, de otra la inercia que nos hace asumir como propias las prácticas y posturas otros sin valorar nuestro contexto. Vemos las dos actitudes igual de negativas, puesto que nos impiden afrontar reflexivamente las situaciones.

Debido de al desarrollo del capitalismo en las sociedades puesto-industriales, durante el siglo XXI, han habido cambios sustanciales en la estructura del trabajo y las relaciones personales. Esto provoca que algunas herramientas de lucha se tengan que repensar para que estas puedan ser eficaces frente a las nuevas problemáticas que se nos presentan. Cada vez encontramos unas relaciones laborales más precarizadas, donde nos vemos empujadas hacia la temporalidad, el aislamiento o el paro. Este nuevo modelo hace más difícil la organización de las afectadas de forma autónoma, nos quita la capacidad de conocernos y poder dar respuestas de manera coordinada. Cuál es el papel de los cinco millones de paradas ante una huelga general? Y de las personas que trabajan sin contrato? O el de la gente con contratos de tres meses? O el de las personas migrantes?
Todo esto está ligado a los cambios en la estructura de las ciudades, donde el tejido social se ha diluido, tomando bastante el aislamiento. Encontramos cada vez más obstáculos en el camino de la autorganización y la acción directa, empujándonos hacia la representatividad y la delegación, es decir, hurtándonos el control de nuestras vidas.

No podemos cerrar este punto sin hablar del papel de la difusión dentro de la lucha. Consideramos relevando visibilizar los conflictos para potenciarlos, es decir, vemos la difusión de las ideas y las prácticas que consideramos afines como un factor muy importante para la extensión de la lucha y la solidaridad. Por lo tanto vemos imprescindible crear canales de expresión alternativos a los medios de comunicación de masas.

LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA Y LAS LUCHAS SOCIALES

Actualmente, los medios de comunicación representan “el cuarto poder” y como tal, actúan. La supuesta objetividad es una gran farsa, una farsa que se vendida en beneficio de sus intereses políticos y económicos. Emplean el cinismo y la manipulación en el tratamiento de las noticias, sobre todo en las que hablan de los movimientos que se enfrentan directamente a su “status quo”. Desde siempre, hemos visto que cuando surge un movimiento social grande (No a la Guerra, anti-nucleares, 15-M, etc.), con diferentes tendencias, los medios de comunicación intentan directamente: criminalizarlos y/o dirigirlos. Pase lo que pase, las tendencias que no se limitan al marco legal impuesto por el Estado y que apuestan para cambiar radicalmente las cosas, salen siempre malparados.

El tratamiento, por parte de los medios de comunicación mayoritarios, de las protestas masivas pretende que la tendencia reformista del movimiento encabezo al resto. En el caso del 15-M hemos visto como los medios de cariz progresista han dado una visión sesgada de todos los acontecimientos ocurridos. Ha sido constando la sobredosis de información alrededor de las tesis defendidas por la izquierda socialdemócrata , para que esta, con sus diferentes grupos y discursos, dirija las protestas hacia el apuntalamiento de las instituciones actuales, sin poner en entredicho un modelo político y económico que nos ahoga día detrás día.

La intención es siempre mostrar una dicotomía entre bonos y malos, entre las que respetan las normas y “las que queman containers”, infantilizando las voces que agitan en un sentido autónomo y anticapitalista . Alimentan esta imagen en la imaginario colectivo mostrando a temibles encapuchados rompiendo bancos, atacante a la policía y siendo rechazados por los bonos ciudadanos. Afirman que no tienen propuestas, que siempre van a estar en contra de a pesar de que aprovecharán cualquier oportunidad por violentar las situaciones. Todo esto es un claro ejemplo de “propaganda de guerra” contra las disidentes del sistema, tratándolas cómo si fueron infantiles en sus discursos, violentos en la acción colectiva y como personas sin oficio ni beneficio que ponen en peligro al resto de manifestantes con su simple presencia. La culpa de todo esto no es de las personas que responden a la violencia sistémica y policial, sino de los propios medios de comunicación que buscan el espectáculo, fomentándolo al marginar conscientemente los discursos que han detrás de estas acciones.

Ante todo esto entendemos que sólo podremos tender hacia un cambio social cuando entendamos que los medios de comunicación tratarán de impedir este, puesto que va en contra de sus intereses. Por lo tanto tenemos que apostar para construir canales de información autónomos, sin el control de gobiernos y/o empresas, autogestionados por colectivos e individuos que forman parte de las luchas.

RECUPERADORES: COMO VENDER TRABAJADORAS POR BANDERINES DE PLÁSTICO

El potencial que tienen las luchas sociales es muy dulce para que profesionales de la política o aspirantes a serlo, vean la oportunidad de proclamarse como interlocutores válidos, engordando así sus filas de militantes y consiguiendo un lugar preferente al juego institucional. Los hemos podido ver en diferentes luchas a lo largo de la historia, el movimiento obrero los calificaba de “vendeobreros” o “rompehuelgas”, y actualmente su figura se ve descrita en el concepto de “recuperadores”.

Sus propuestas siempre son descafeinadas, así como tienen una especial obsesión para consensuar puntos muy concretos y reivindicaciones parciales, para que después sus referentes políticos y sindicales puedan asumirlas como parte de su programa electoral.

Las herramientas que emplean este tipo de personajes van desde la manipulación sutil: crear comisiones o coparlas, olvidar actas, hacer énfasis en la realidad política calificando a todo el que no los interesa de utópico o violento, obsesionarse en la legalidad y la ilegalidad, etc. Hasta la manipulación abierta: hablar con la prensa en nombre de todas, sacar comunicados sin consensuarlo, etc. La realidad, es que cualquier lucha que pretenda triunfar o consolidarse como antagonista tiene que prescindir de intermediarios y combatir a los que intentan erigirse como tales. Las personas que hemos visto en las plazas con actitudes “recuperadoras” han estado haciendo carrera como políticas profesionales y la “AcampadaValència” es un claro ejemplo de esto.

Hace falta no confundir a los “recuperadores” con los diferentes grupos de afinidad que pueden actuar en el mismo contexto de lucha pero al margen de las asambleas abiertas, puesto que, ejerciendo la suya la autonomía, solamente se representan en ellos misma y a la acción que han llevado a cabo, nunca hablan por nadie ni imponen sus decisiones. De hecho, la “recuperación” de las luchas pasa por que cuando se responde a la violencia policial o se hace presión a las calles, estos individuos no tienen problema al calificar a las propias compañeras de lucha de provocadoras, violentas o hooligans, palabras demagógicas que sirven para poner a la gente en contra de diferentes sectores que pueden poner en peligro los intereses del Poder.

LE LLAMAN VIOLENCIA Y ES AUTODEFENSA

“El oprimido, precisamente porque lo es, se encuentra siempre en un estado de legítima defensa”. Errico Malatesta

Hemos visto necesario incluir un punto que hablo sobre el debate de la violencia en la lucha. No es un tema nuevo, pero durante los últimos meses y con el “boom” del 15-M ha sido más presente. Desde un primer momento, algunos sectores dentro de este movimiento hicieron presión para que la vía pacífica fuera la única manera de encarar la lucha. Esta concepción se ha visto desbordada por sí misma, y han habido ejemplos de acciones que han evidenciado que no era la única opción.

En primer lugar queremos dejar claro que son los Estados quienes se imponen mediante la violencia y reprimen duramente cualquier tipo de disidencia. Por otra banda, estamos violentamente explotadas por el Capitalismo, y por lo tanto, encontramos que el dogma del pacifismo liga de pies y manos a cualquier que pretenda luchar por un cambio social, puesto que normalmente se confunde intencionadamente no-violencia con legalidad.

No entendemos la dicotomía entre violencia y no-violencia, en ningún caso veamos la necesidad de escoger entre un bando u otro. El que sí que creamos necesario es valorar en cada momento qué son las herramientas que tenemos a nuestro alcance y no dejar que sean las leyes de los enemigos las que nos marcan el camino, puesto que si aceptamos estas limitaciones nunca podremos avanzar.

Se parte del error de creer que en una lucha sólo habrá represión si se “provoca”, pero realmente es parte del sistema, es el mecanismo que utiliza el Estado para proteger sus intereses y lo empleará en la medida en que se sienta amenazado. Tenemos que entender que si luchamos nos reprimirán, esto se normal y tenemos que asumirlo, el que no es normal es que nosotros, las explotadas, nos quedamos cruzadas de brazos frente a las diversas agresiones que nos golpean. Tenemos que comprender la represión como una consecuencia más de nuestra lucha, no del grado de violencia de esta. Llegados a este punto sólo nos queda extremar las precauciones y estar preparados ante posibles golpes represivos. Cuando una manifestación de miles de personas transcurre por el centro de una ciudad, prácticamente sin policía, es porque esta no altera para nada el funcionamiento normal de la ciudad, porque desde el Poder prefieren que el pasacalle finalizo pronto, los manifestante se quedan en la conciencia tranquila y todo vuelvo a la normalidad.

No podemos cerrar este punto sin señalar con todo nuestro desprecio a aquellos que se dedican a hacer el papel de la policía dentro de las propias asambleas, acciones y manifestaciones, los llamados: “Apaga-fuegos”. Esta gente defiende el pacifismo más intransigente y no te cabe problema de imponerlo mediante la violencia, los gritos y los empujones. En este sentido juega un papel importando los medios de comunicación de masas, que se dedican a criminalizar a los llamados violentos, ayudando todavía más a los que pretenden que las luchas no avanzan más allá de reivindicaciones y practicas inertes.

PARA FINALIZAR

Cómo decíamos al principio, hemos querido hacer un llamamiento al debate y la reflexión en torno a la manera de afrontar los conflictos actuales. Pensamos que hay todo un conjunto de principios básicos que se tienen que tener en cuenta para plantear una lucha, nos referimos a la autoorganización y la autonomía. Además, pensamos que una de las armas más importantes que tenemos que tener es la solidaridad, el fortalecimiento de lazos de afinidad y el espaldarazo mutuo. Tenemos que remarcar el hecho de que no pretendemos plantear reivindicaciones, ni decálogos, si no que queremos tomar aquello que necesitamos.

Actualmente encontramos diferentes obstáculos (de los que hemos hablado y algunos más) que hacen compleja la tarea de organizarse y de luchar. Vemos estos como mecanismos que protegen y fortalecen el Sistema, aunque pretenden no hacerlo de forma evidente. Nos cruzamos en alguna gente que incluso “disfrazándose de compañeras” pretenden dirigir y/o desmovilizar desde dentro de las propias luchas.

Sólo ve enemigos gigantes quién vive arrodillado.
Por la extensión de la revuelta!

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